La ciencia del cambio climático está bien establecida y ahora es aceptada por muchas organizaciones y consumidores por igual. Las actividades humanas son la principal causa de una concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre, lo que provoca un aumento de las temperaturas globales promedio que están causando innumerables efectos negativos y un impacto considerable en el medio ambiente natural.
En medio de esta emergencia climática, muchas empresas ahora se comprometen a asumir la responsabilidad y a tratar de limitar el impacto negativo de sus operaciones en el medio ambiente. La escala de este impacto variará significativamente según el tipo de negocio, el tamaño y la ubicación, pero cada aspecto de la operación puede mejorarse potencialmente, realizarse de una manera más sostenible o ecológica. Cada pequeño cambio suma, lo que trae como consecuencia resultados positivos tanto para su negocio como para el medio ambiente.
Los consumidores eligen estilos de vida cada vez más sostenibles, y son más particulares que nunca respecto a las marcas, los productos y los servicios que eligen. Este es especialmente el caso de los grupos de edades más jóvenes, con estudios que demuestran que también comen fuera con más frecuencia que otros grupos y gastan más cuando lo hacen.
Los «valores» que una empresa pone en práctica y difunde son cada vez más los factores decisivos para que los consumidores elijan dónde comer, qué comer, cómo viajar y en qué hoteles alojarse.
La volatilidad sin precedentes en los precios mayoristas de la energía sigue superando los máximos históricos, y las tasas de energía empresarial se ven más gravemente afectadas. Los proveedores no están en condiciones de emitir presupuestos con mucha precisión en el clima actual, y se espera que las facturas aumenten entre un 150 y un 250 % en comparación con hace un par de años. Una cosa en la que todos están de acuerdo es que se acercan costos energéticos significativamente más altos y es probable que se mantengan.
Como tal, la adquisición de equipos basada en la eficiencia energética y los costes totales de vida nunca ha sido tan importante.
Si tiene equipos de refrigeración comercial en su negocio, debe revisar urgentemente cuánto le cuesta operar.
En 2020, la electricidad utilizada en Europa generada a partir de fuentes renovables (normalmente eólicas y solares) representó solo el 38 % del uso total. Aunque esta cifra superó por primera vez a la electricidad generada por combustibles fósiles (carbón) (37 %), la transición no se está acelerando lo suficiente como para alcanzar los objetivos de «reducción del 55 % de los gases de efecto invernadero para 2030» y «neutralidad climática para 2050».
Aumentar la cantidad de electricidad producida a través de medios renovables es una vía para alcanzar estos objetivos. Otra es reducir la demanda de suministro, a través de equipos más eficientes energéticamente. Esta es una de las justificaciones detrás del etiquetado energético, que ahora es obligatorio en muchos productos de refrigeración comercial.